Un apartamento al norte de Bogotá en el que la luz y los objetos son protagonistas
Las cualidades de este apartamento están enmarcadas por dos componentes muy definidos y trabajados: la iluminación y los objetos.

“La arquitectura es el juego sabio, correcto y magnífico de los volúmenes bajo la luz”, decía el arquitecto moderno Charles-Édouard Jeanneret-Gris –más conocido como Le Corbusier–, que con esta frase puso sobre la mesa la importancia  tanto de las aperturas de luz natural, como de los dispositivos artificiales de iluminación. Sin embargo, sería una banalidad referirnos a este principio sin trasladarlo al contexto actual. Y si bien es cierto que este es uno de los conocimientos básicos de los profesionales contemporáneos, no lo es menos que los resultados no siempre son afortunados.


La paleta de color escogida se aleja por completo del blanco. Distintas tonalidades de gris son la base de los espacios.

El mérito de este apartamento, ubicado en Octava, proyecto de Nicolás Manrique Construcción al norte de Bogotá, reside no solo en el buen manejo de la luz, sino en su coordinación con el mobiliario y las obras de arte. ¿Se trata, pues, de la disposición consciente de los mecanismos de iluminación o de los muebles y objetos? La respuesta es ambos.


En la entrada, un cuadro del artista italiano Silvio Porzionato aporta acentos de luz y color.

Ricardo Bejarano, propietario y diseñador del apartamento, contrató para el diseño de iluminación a Luis Miguel Aristizábal, arquitecto e interiorista líder de la línea Schaller Tech, quien creó una atmósfera cálida a través de distintos juegos de luz. “Empleamos un track arquitectónico rectilíneo de la marca Targetti como unificador del espacio interior, con líneas de luz y proyectores que empiezan en el vestíbulo y se extienden a lo largo de la circulación hasta la zona social”, explica Aristizábal.

Para el arquitecto era importante conservar el rastro de luz arquitectónica, pero sobre todo, “incorporar complementos con distintos acentos lumínicos provenientes de lámparas decorativas –de las marcas Flos y Bert Frank– en diversas aplicaciones, como pared, piso y suspensión”. Adicionalmente, diseñó un sistema de audio para los ambientes basado en altavoces de la firma Kef, con el fin de lograr un equilibrio ideal entre la arquitectura del espacio y el entretenimiento Proporción, simetría y orden son determinantes en la composición del interior.

Los acabados originales eran en su mayoría blancos, y aunque el apartamento es nuevo, Bejarano optó por una paleta entre negros y grises. De ahí que no se conserve una sola pared blanca. “Escoger el tono de gris fue lo más difícil, hice un sinnúmero de pruebas hasta que hallé el preciso, con el que me sentía plenamente a gusto”, afirma el propietario. Simultáneamente, automatizaron la vivienda con mecanismos tecnológicos de última generación, proceso que tardó poco más de cuatro meses.

Por otra parte, conservaron la cocina marca Dada –que pertenece al portafolio de la firma Schaller–, pues las modulaciones que permite su diseño hacen que se adapte con facilidad al espacio. “Se integra al moodboard gracias a la enorme variedad de texturas y colores en los que es posible fabricarla”, señala el arquitecto.



Los artefactos de iluminación se articulan con la disposición de los muebles y objetos, en busca de intensificar o atenuar determinados elementos.

La intención de adaptar el espacio original al estilo y personalidad de sus dueños redunda en un nuevo concepto, que amalgama una imagen cosmopolita reflejada en el mobiliario de firmas internacionales como Baxter, Rimadesio y Molteni, representadas en Colombia por la compañía Schaller, así como en los objetos y piezas artísticas y los dispositivos tecnológicos vanguardistas. “En mi cabeza siempre estuvo la idea de hacer de nuestro hogar un lugar con identidad, que revele lo que somos: viajeros incansables, apasionados por la moda y el diseño, y obstinadamente soñadores”, comenta Bejarano.

Los viajes internacionales enriquecieron su cultura visual. Es más, la mayoría de los objetos exhibidos fueron adquiridos durante sus visitas a distintas ciudades del mundo. Las obras, por ejemplo, son de artistas extranjeros principalmente, como Anja Van Herle y Silvio Porzionato. No obstante, también aparecen piezas de colombianos como Édgar Negret, Federico Uribe, Hugo Zapata y Danny Esquenazi. Ciertamente, el arte aporta color al conjunto, pues tanto los revestimientos de las paredes y los pisos como el mobiliario se unifican en una paleta de tonos grises que contrastan con los primarios rojo, azul y amarillo de los cuadros y esculturas.

La habitación principal se integra con el estudio y la biblioteca de manera armoniosa.

La biblioteca es uno de los componentes fundamentales del proyecto, parte integral del vestíbulo, la zona social, el estudio y la habitación principal. Los juegos de llenos y vacíos y la superposición de dos texturas en un mismo plano transmiten gracia y vitalidad. Además, su modulación flexible posibilita organizar libros y elementos decorativos en diferentes formatos. Este ambiente pertenece a la carpintería del apartamento. “Nos entregaron una primera versión a la que le hicimos pequeñas modificaciones de acuerdo con nuestros gustos y necesidades”. 


El aire cosmopolita del apartamento proviene de los objetos adquiridos alrededor del mundo.

De lo tradicional a lo contemporáneo, de lo doméstico a lo cosmopolita, las cualidades de este apartamento están determinadas por la relación entre espacio y luz: dos elementos inmanentes a la arquitectura que configuran la manera como habitamos el mundo. 

 

Fuente: revistaaxxis.com.co

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